domingo, 21 de febrero de 2016

Erzsébet Bathory, "La condesa sangrienta"



REPORTAJE:[02] MALOS DE LA HISTORIA

La condesa sangrienta

Erzsébet (Elisabeth) Bathory fue posiblemente la primera asesina en serie de la historia. Descendiente de una de las familias más poderosas de la región centroeuropea que se extiende por las actuales Rumania, Hungría y Croacia, torturó y asesinó a más de 650 jóvenes a mediados del siglo XVI para conseguir la eterna juventud.

Erzsébet Bathory (1560-1614), alias La Condesa Sangrienta, alias La Tigresa de Csejthe. Hija de Jorge y Ana Bathory. Quizá la asesina en serie más abundante de la historia, en compañía de varias sirvientas y brujas torturó mediante los más crueles procedimientos y asesinó a cerca de 650 muchachas en las despensas, salas ocultas, salas de calderas, subterráneos, cuartos de aseo y en sus mismos dormitorios de sus castillos de Lezticzé, Keresztúr, Sárvár, Beckó, Csejthe. Estos horrores sucedieron mediado el siglo XVI, en perdidas y boscosas regiones húngaras batidas por el viento, que hoy pertenecen a la República de Eslovaquia. Una vez fueron puestos a la luz sus crímenes, Erzsébet fue juzgada en Presslau o Presburbo (hoy, la Bratislava eslovaca, y en aquel entonces, caída Budapest en manos de los turcos, capital de Hungría) por 20 jueces y condenada a encierro de por vida. Pasó los últimos años encerrada en una habitación del castillo donde había cometido la mayoría de sus horrendos crímenes. Desde allí clamaba su inocencia y enviaba cartas donde aseguraba que su desgracia obedecía a un complot del rey para quedarse con sus tierras. Pero ni el rey se quedó con sus tierras ni ella salió de esa sala.
Con estas pocas frases podría resumirse el relato de una vida tan estúpida y ruin, y acabar este artículo. Pero claro que podemos extendernos un poco más, y agregar unos detalles, divinos detalles.
Las andanzas de esta mujer tarada están excelentemente glosadas en la biografía documentada y estilizada de la escritora francesa Valentine Penrose, bajo el título La condesa sangrienta (Siruela). En esas páginas de prosa fina, digna de un tema más alto que la descripción a veces insoportablemente detallada y minuciosa de los tormentos físicos inferidos por Erzsébet y su jauría de locas a sus indefensas, aterrorizadas víctimas, se escruta y analiza el único retrato que nos ha llegado de la condesa, realizado por un artista anónimo cuando ella tenía aproximadamente 25 años.Con estas pocas frases podría resumirse el relato de una vida tan estúpida y ruin, y acabar este artículo. Pero claro que podemos extendernos un poco más, y agregar unos detalles, divinos detalles.
En sus ojos de mirada extraviada puede apreciarse, nos dice Penrose, el invisible velo que la separaba de las cosas y que ella quería atravesar mediante la crueldad extrema, causando el dolor y la muerte y experimentando los éxtasis epilépticos que solían presentarse después de alguna sesión especialmente grotesca, de la que salía manchada de sangre hasta las cejas y con un jirón de carne humana entre los dientes. Parece, dice la biógrafa citando documentos de la época, que fue una mujer de piel pálida, de impresionante aunque helada belleza, una de las más lindas de su tiempo. Es posible. Pero lo que vemos en el anónimo retrato es a una joven de fisonomía corriente y mirada inexpresiva, una noble enjoyada y vestida con ropa distinguida, con una gola aparatosa.
La historiografía húngara y la alemana y los anales de la criminología patológica abundan en escritos sobre el personaje, en reflexiones meditabundas sobre el sinsentido del mal que ejerció en lóbregas estancias, en recreaciones de la pálida condesa, a partir de las actas del juicio celebrado en el año de 1611, que su acusador, el palatino Thurzó, ocultó, más que guardó, en su castillo, y exhumadas en el siglo XVIII por el padre jesuita Laszlo Turoczi, que escribió la primera monografía sobre la condesa.
En esas actas, las criadas que la asistieron en la comisión de aquellas atrocidades hablan explícitamente de su narcisismo, de su obsesión por retener la juventud, de las ceremonias satánicas que celebraban:
-¿Cuántas mujeres has matado?
-Mujeres, no sé; jóvenes he matado a treinta y siete.
-¿Qué torturas empleaban?
-Les ataban muy fuerte las manos y los brazos con cuerda de Viena, y las golpeaban mortalmente hasta que se les ponía el cuerpo negro como el carbón y se les abría la piel. Una aguantó más de doscientos golpes antes de morir. Dorkó les cortaba los dedos uno a uno, con unas cizallas, y luego les pinchaba las venas con unas tijeras.
Etcétera, etcétera, etcétera. Testimonios que pondrían muy caviloso a Bataille. Pero tales documentos y los libros sobre la dama de Csejthe (hoy en día, Chactice, burgo en la zona más occidental de Eslovaquia, con una plaza medieval, un pequeño museo municipal y las ruinas del castillo en lo alto) no explican cómo fue posible que una dama, por noble que fuese, pudiera cometer tantos crímenes, a lo largo de tantos años, sin que las quejas y las protestas de las víctimas llegaran a oídos de las autoridades superiores y éstas tomasen medidas.
El hecho de que sus cómplices fueran condenados a muerte, pero ella ni siquiera tuviese que declarar en el juicio habla ya de su alta posición social. En efecto, aunque en la vida de Erzsébet todo habla de un apartamiento abismal, de una soledad escondida en compañía sólo de otros monstruos y de sus aullantes víctimas, su familia era una de las más importantes y poderosas de la región centroeuropea que se extiende por las actuales Rumania, Hungría, Croacia.
Durante los siglos XV y XVI, esa región fue campo de batalla entre los príncipes cristianos y los ejércitos del imperio turco, empeñado en expandirse por los Balcanes y la Europa Central, aprovechando las guerras de religión que empezaron con la revuelta de los husitas (protoprotestantes) en Bohemia. Aquellos príncipes a menudo cambiaban de lealtades y ora se ponían al servicio de las majestades católicas ora pagaban tributo a la Sublime Puerta, según las necesidades de la supervivencia o las conveniencias de la estrategia.
Pocas décadas antes del nacimiento de Erzsébet Bathory, el rey Luis II de Hungría (1516-1526) y casi toda su nobleza y gobierno murieron en la batalla de Mohacs, la catástrofe nacional húngara. La capital, Budapest, y la mayor parte del país, cayeron bajo el yugo turco. El país se dividió en dos monarquías: la una, habsbúrguica; la otra, tributaria de los turcos durante 150 años. El poder real se redujo a la mínima expresión.
En esas circunstancias, con campañas guerreras que empezaban cada primavera y quedaban suspendidas o terminadas con la llegada del invierno, los monarcas Habsburgo, transilvanos o polacos perdían y ganaban continuamente regiones y plazas fuertes; en estas regiones fronterizas el absolutismo no pudo imponerse con la rotundidad con que lo hizo en España, Inglaterra o Francia. La evolución de las estructuras sociales se demoró. Tras la represión de las revueltas de campesinos propias de la época, pero allí especialmente feroces, el servilismo se extremó. Los señores feudales, a los que los reyes tenían que recurrir cada vez que emprendían una acción guerrera, gozaban de una autonomía casi absoluta, y de gran número de criados a su servicio, cuyo precio era muy bajo, para los parámetros de la época.
Destacaban entre esos señores los Wenzelin, descendientes de ancestros de la Suavia alemana que se convirtieron en "Valientes" o "Bravos" (Bator, Bathory) al servicio de los reyes húngaros, y en grandes latifundistas. Diez años antes de Mohacs, fue uno de ellos precisamente el que dirigió al ejército regular contra los campesinos sublevados. Ya en tiempos de Erzsébet, un primo suyo era príncipe de Transilvania, y otro primo, rey de Polonia. En su familia había cardenales, obispos, jueces. Había también antecedentes de enfermedades mentales, de violencia desmedida. La misma condesa era hija de primos consanguíneos.
Su esposo, Francisco, pertenecía a la muy rica y poderosa, aunque un poquito menos distinguida, familia Nádasdy, y era uno de los más distinguidos señores de la guerra que se pasaron la vida batallando al servicio de la corona, contra el turco.
La Ungría restaurada, compendiosa noticia redactada en toscano por D. Simpliciano Bizozeri y traducido en español por Un curioso, publicado en 1688 en Barcelona, retrata Hungría como un país riquísimo. Un país donde no se vería, "en algunas de sus ciudades en vez de la Cruz enarbolada la Luna si la perfidia de sus moradores no hubiera ayudado al enemigo común a establecer en él su tiranía". Un reino fertilísimo, al que sólo le faltaban "hombres de buena ley, puesto que todos los historiadores que de ellos escriben los llaman crueles, sediciosos, inconstantes, avarientos, vengativos y sin fe". Un país tan fértil en minerales y toda clase de riquezas naturales que incluso se habían hallado "yemas de oro finísimo brotado de la tierra y un pámpano medio de oro y que se dice se conserva y se guarda en el tesoro del emperador".
Sobreabundaban los caballos, corderos, ovejas y carneros; los ciervos, cisnes, cabras monteses, búfalos, liebres y comadrejas. Las vacas eran tantas que no se recogían por la noche, se las dejaba sueltas por los pastos. De pájaros era inmensa la cantidad, "en particular de tordos, faisanes, perdices, tórtolas y otros semejantes".
En cuanto a las yemas de oro que según Simpliciano Bizozeri brotaban de la tierra, y el misterioso pámpano de oro, seguro que llegaron al tesoro imperial en tiempos de Rodolfo II, aquel sobrino de Felipe II, gran coleccionista de extravagancias de las ciencias, de la alquimia y de las artes que llevó la capital imperial a Praga; hombre peculiar, rey lunar, humanista notable y raro, pero estadista pasivo y militar perezoso, durante cuyo reinado la condesa sangrienta se dedicó a sus fechorías impunemente, con el único y negligible obstáculo de las protestas del pastor János Ponikenus, escamado de sorprender demasiado a menudo a enterradores clandestinos trabajando por la noche en el cementerio junto a su parroquia.
La Hungría de Erzsébet, que pasaba a solas largas temporadas de días interminables, mientras su marido viajaba entre las diferentes fortalezas que defendían la frontera y perseguía las huestes de jinetes enemigos que se aventuraban al pillaje en las aldeas más expuestas, era una Hungría muy diferente de la que describe Bizozeri: una serie de severas mansiones de piedra en lo alto de montes pelados, a la sombra de los montes Tatra, sólo sobrevolados por milanos y otras aves de presa, fortalezas en cuyo interior ella conjuraba a los espíritus de los bosques y las fuerzas telúricas de la tierra, donde sus criadas preparaban cocciones repulsivas y recitaban hechizos que habían de proporcionar a su ama eterna juventud y protección contra sus enemigos. Para la blancura de la piel lo mejor, creía la condesa, eran los baños de sangre de doncella.
A Ferencz Nadasdy parece que le sorprendía pero no escandalizaba la severidad de su mujer con el servicio. Una vez vio a una criada atada a un árbol, dejada a la intemperie en el patio de armas. A otras, castigadas a barrer y fregar desnudas en lo más crudo del invierno. Pero él bregaba en una guerra en que ambos bandos recurrían a la saña más cruel para infundir terror al enemigo, y aquellos episodios le debieron parecer poco más que juegos de mujercita caprichosa. Cuando el caballero murió, a los 49 años, en Csejthe, su viuda se vio con las manos libres para entregarse sin más freno ni disimulo a sus pasiones sádicas. Y así lo hizo durante muchos años.
El rey Matías, después de deponer a Rodolfo, escuchó las alegaciones de algunas familias de la pequeña nobleza rural, donde las malvadas ajustadoras de criadas para el servicio de la condesa Bathory en el castillo de Csejthe habían empezado a reclutar muchachas de buena cuna, de las que nunca más se supo nada; mal estaba que en torno a los castillos de una noble viuda falleciesen o desapareciesen las jovencitas campesinas en número alarmante; ese fenómeno podía achacarse a la combinación de las enfermedades a las que eran tan proclives los tiempos, los rigores de sus vidas y la severidad de su ama. Pero que desapareciesen doncellas de sangre azul ya eran palabras mayores.
Matías encargó la investigación de las denuncias que le llegaban al príncipe palatino, conde Jorge Thurzo. El palatino era la primera persona del Estado después del rey, y el encargado de juzgar al mismo monarca en el caso de que éste fuese acusado. El 29 de diciembre de 1610, Thurzo llegó a Csejthe para poner a Erzsébet bajo arresto domiciliario, y en el registro del castillo encontró una cámara de tortura, y en ella a varias muchachas muertas y alguna otra agonizante, olvidadas allí la noche anterior por las sacerdotisas de la ordalía sádica, que se habían retirado a dormir agotadas y sin acordarse de limpiar la sangre y los despojos y de enterrar los cadáveres.
En el juicio subsiguiente, cuatro de las cómplices de la condesa (que respondían a los nombres de Helena Jo, Ficzko, Dorotea Sientes y Katarina Beneczky, habiendo ya fallecido de muerte natural la más demoníaca, que respondía al muy adecuado nombre de Darvulia) confesaron sus crímenes con absoluta franqueza, confiando en obtener a cambio clemencia del tribunal. Entre la docena larga de criadas y vecinos de las aldeas que dieron testimonio de los asesinatos, de las torturas, o de los entierros clandestinos que habían presenciado, una criada identificada como "la doncella Zusanna" declaró haber visto una lista en la que la condesa había apuntado con su propia mano los nombres de 650 víctimas. Y Penrose agrega que junto a cada nombre la condesa había reseñado alguna característica: "Era muy baja", "Tenía el pelo negro", etcétera.
A pesar de la mencionada franqueza de las acusadas, el tribunal condenó a algunas a que les arrancasen los dedos -por haber torturado con ellos a mujeres- y luego las quemasen vivas; otra, en consideración a su maleable juventud, sólo fue condenada a ser ahorcada y luego arrojada a la hoguera; y Erzsébet Bathory, en atención a los servicios prestados por su familia a la monarquía, salvó la piel. Fue declarada demente y condenada a reclusión por vida en una sala de su propio castillo, donde se la emparedó y pasó casi cuatro años sola, recibiendo alimentos por una rendija practicada en la pared, y sumida en quién sabe qué meditaciones y recuerdos, hasta que, cumplida la edad de 54 años, el ángel de la muerte, con una mueca de repugnancia, la besó.

Sobre Erzsébet Bathory (1560-1614), llamada la "condesa sangrienta"

Lesbiana, pervertida y asesina… ¿Qué más?

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Retrato de Elizabeth Báthory (1560-1614). Autor desconocido. Imagen: DP
Detalle de un retrato de Elizabeth Báthory (1560-1614). Autor desconocido. Imagen: DP
La sangre de las muchachas empapaba la nieve. Ante el frío de Cachtice, en el corazón de los Cárpatos eslovacos, las chiquillas, desnudas, se ovillaban buscando algo de calor. A Erzsébet Bathory le gustaba, entre otras cosas, clavar agujas en el pellejo de algunas de las nobles que acudían a su castillo para aprender etiqueta y de las campesinas contratadas como criadas. Las sacaba del carruaje en el que ella iba envuelta en mantos y dejaba que toda aquella sangre se filtrase hasta alcanzar la tierra. Movía el hocico con placer y olfateaba el miedo mientras su entrepierna salivaba como un animal salvaje a punto de despedazar a su presa. Seiscientas cincuenta crías de piel blanca fueron asesinadas a manos de la condesa húngara a principios del siglo XVII.
Una ceremonia larga y sombría es lo que Bathory llevó a cabo junto a sus viejas sirvientas, que permanecían junto a ella tiesas y arrugadas como velas derretidas por el fuego. Cuchillos, atizadores, dientes, máquinas de tortura… Cualquier herramienta era útil para llevar a cabo las perversiones que masticaba sin remordimientos y con las que obtenía no solo placer sexual sino la fórmula para mantenerse tierna y joven: la condesa se hundía cada noche en la sangre que extraía de sus víctimas. Un sadismo poético, el demonio con apariencia de cachorro. «El criminal no hace la belleza; él mismo es la auténtica belleza», escribía Jean-Paul Sartre. Y hasta aquí el mito: Bathory ha pasado a la historia como la aristócrata que masacró a cientos de chicas —megalómana, depravada y cruel—, pero estudios y análisis posteriores apuntan que, como explica el divulgador histórico José María Solé, pudo ser una cabeza de turco utilizada para poner freno a la desafección de la nobleza con respecto a la dinastía reinante de los Habsburgo.
Ya lo dijo Maxwell Scott en El hombre que mató a Liberty Valance (John Ford, 1962): «When the legend becomes fact, print the legend».
Ilustración de Santiago Caruso en el libro La condesa sangrienta. Imagen: Libros del zorro del rojo.
Ilustración de Santiago Caruso en el libro La condesa sangrienta. Imagen: Libros del zorro del rojo.
Nacida en el seno de una de las familias más poderosas y ricas de una Hungría que tenía la mitad de su territorio nacional bajo el yugo turco, Bathory era sobrina de un príncipe de Transilvania y de un rey de Polonia. Como era de esperar para una cría de su clase, con catorce años le concertaron un matrimonio con Ferenc Nadasdy, hijo de otra opulenta familia y un despiadado guerrero conocido como el Caballero Negro. Fue este quien le regaló a su prometida el castillo de Cachtice, que había pertenecido al emperador Rodolfo II, el lugar donde la condesa perpetraría sus crímenes. Las largas ausencias del esposo, obsesionado con la lucha contra los otomanos, y su pronta muerte —en 1604, con cuarenta y siete años él y cuarenta y cuatro ella— habrían sido hechos clave para que esta bárbara pudiera convertir su fortaleza en una cámara de tortura de cuyas paredes emanaban gritos, jadeos y aullidos. Ella, sentada en su trono, miraba morir.
Hasta nuestros días han llegado sus inmorales hazañas como cuentos que a fuerza de repetirse se convierten en una verdad universal. «Si Erzsébet amanecía irascible, no se conformaba con cuadros vivos, sino que a la que había robado una moneda le pagaba con la misma moneda… enrojecida al fuego, que la niña debía apretar dentro de su mano. A la que había conversado mucho en horas de trabajo, le cosía la boca o, contrariamente, le abría la boca y tiraba hasta que los labios se desgarraban», escribía Alejandra Pizarnik en el libro La condesa sangrienta (1971), una obra que mezcla la poesía y la reseña literaria y que se nutre de la biografía que Valentine Penrose publicó sobre Bathory en 1962. Sin embargo, es la investigadora Rachael L. Bledsaw quien explica cómo se ha ido alimentando la fábula a lo largo de los años en su tesis No Blood in the Water: The Legal and Gender Conspiracies Against Countess Elizabeth Bathory in Historical Context (Illinois State University, 2014). Manosear la historia, sobarla hasta transformarla en el perfecto relato de terror.
Bledsaw no exculpa a Bathory de sus crímenes, sino que concluye que «no hubo una conspiración basada en su género porque en Hungría, en aquella época, las viudas ricas no eran vistas como una amenaza». «Cuando la arrestaron tenía tan solo una fracción del poder y de la riqueza que había ostentado anteriormente. Además, el juicio contra sus cómplices se llevó a cabo según los parámetros judiciales de la época, incluyendo el uso de la tortura para obtener una confesión», argumenta. Pero la investigadora critica la escasez científica a la hora de abordar este personaje: sí, era una asesina, mas no el animal pérfido del que con tanto gusto han bebido la literatura y el cine, dos artes sedientos de fantasía granguiñolesca. Escritores y cineastas sobrevolando la historiografía como aves carroñeras para arrancar las vísceras de un trozo de carne putrefacto de por sí.
En su artículo «Sangre y poder» (La Aventura de la Historia, número 147, 2011), José María Solé apunta que cuando el marido de la condesa falleció ya constaba en los archivos de las autoridades de la Corte de Viena una denuncia presentada por Istvan Magyari, un pastor luterano que aseguraba haber presenciado las atroces prácticas de Bathory. «Dada la relevancia del personaje cuestionado y las consecuencias que para la imagen de los poderosos podía tener dejar al descubierto acciones de tal repulsiva naturaleza, el conde palatino Giorgi Thurzo fue encargado por el emperador Matías I de dirigir la investigación. Un asunto de extrema gravedad que cuestionaba a una familia de gran importancia, por lo que se llevó a cabo con toda la discreción posible y de acuerdo con los hijos de la condesa, ante todo interesados en evitar que una condena penal entregase los grandes bienes de su madre a la Corona, como era preceptivo en estos casos», escribe Solé. En 1611, el hallazgo de los despojos de las jóvenes muertas —de entre doce y veintiséis años— en las inmediaciones del castillo confirmaba las sospechas en torno a esta lúgubre figura que pasó de ser considerada una mujer exquisita a ser una lesbiana, pervertida y asesina.
Retrato de Matías I realizado por el círculo de Hans von Anchen hacia 1600.
Retrato de Matías I realizado por el círculo de Hans von Anchen hacia 1600.
Los historiadores húngaros son quienes han tratado de dilucidar la realidad de Bathory, trazando la teoría de que el proceso judicial al que fue sometida tenía como fin ocultar los tejemanejes secretos que esta habría desarrollado con su primo Gabriel Bathory, príncipe de Transilvania, en contra de la dinastía reinante de los Habsburgo. «Una buena instrumentación de presuntos rumores unida a llamativos testimonios sobre macabros hallazgos y a la forzada confesión de unos desgraciados servirían para dar un toque de atención a la posible desafección de la nobleza, evidenciar la decisión del monarca y desmontar una operación política clandestina de alto riesgo para el poder constituido», resume José María Solé.
El primer texto que hay en referencia a Bathory lo escribió el jesuita Laszlo Turoczi en 1760 tras encontrar las transcripciones del juicio a los cómplices. Aglutinó los elementos principales de la historia y añadió uno más: los baños en sangre de los que la condesa disfrutaba cuando terminaba la inocencia del día y comenzaba la noche culpable, un ritual para ser bella y joven eternamente. Pero ¿por qué introduciría esto en su manuscrito? Rachael L. Bradshaw afirma en su tesis que el jesuita aprovechó la oportunidad para aderezar la leyenda y arremeter contra el protestantismo. Esta era la religión que profesaba la condesa, y para cuando Laszlo comenzó sus escritos muchas familias aristocráticas se habían reconvertido al cristianismo para ganarse el favor de los Habsburgo. Demonizaba así el protestantismo, relacionándolo con la santería, el lesbianismo y la perversión sexual. En 1865, el estudioso alemán Michael Wagner ratificaba el relato contado por el jesuita cien años antes pero aumentaba el número de víctimas de seiscientas a seiscientas cincuenta, siendo esta la cifra final que ha llegado a nuestros días. En realidad, es tal la inexactitud de sus asesinatos que es imposible establecer una suma exacta: se calcula que fueron entre trescientas y seiscientas.
En 1962, Valentine Penrose expandía con su prosa toda la rumorología bruna sobre Bathory y daba por ciertos algunos hechos sin confirmar como que mantenía relaciones sexuales con su tía Klara, otra bollera, criminal y envilecida mujer. El mito ha sido amamantado por los pechos generosos de la literatura, y el afán por el endiosamiento ha sido cosa de las plumas de los narradores posteriores más que de la propia condesa. Pizarnik es uno de los ejemplos más claros: «Es probable que Erzsébet fuera epiléptica ya que le sobrevenían crisis de posesión tan imprevistas como sus terribles dolores de ojos y jaquecas (que conjuraba posándose una paloma herida pero viva sobre la frente». Y así relata la poeta argentina el descubrimiento, al fin, de la maldad amurallada: «En compañía de sus hombres armados, Thurzo llegó al castillo sin anunciarse. En el subsuelo, desordenado por la sangrienta ceremonia de la noche anterior, encontró un bello cadáver mutilado y dos niñas en agonía. No es esto todo. Aspiró el olor a cadáver; vio “la virgen de hierro”, la jaula, los instrumentos de tortura, las vasijas con sangre reseca, las celdas —y en una de ellas a un grupo de muchachas que aguardaban su turno para morir y que le dijeron que después de muchos días de ayuno les habían servido una cierta carne asada que había pertenecido a los hermosos cuerpos de sus compañeras muertas—. La condesa, sin negar las acusaciones de Thurzo, declaró que todo aquello era su derecho de mujer noble y de alto rango. A lo que respondió el palatino: “Te condeno a prisión perpetua dentro de tu castillo”». Si bien es cierto que fue emparedada en un cuarto minúsculo con solo un ventanuco hasta el fin de sus días —agosto de 1614—, ella, que ni siquiera compareció en el juicio pues sus familiares lo evitaron, siempre negó ser la responsable de toda esa destrucción tiránica. Tampoco llegó a usar jamás la virgen (o doncella) de hierro: este instrumento de tortura ni siquiera se había inventado por aquel entonces.
Cuenta la leyenda que cuando fue encontrada muerta en aquella habitación a sus cincuenta y cuatro años aún tenía el rostro lozano de una niña. También se dice que ella es el origen del mal puro. Quizá toda aquella sangre derramada impregnó la tierra, la hizo fértil como el vientre de una adolescente y engendró una semilla de la que el resto de la humanidad ha florecido. El germen infecto de quienes somos o el mito perfecto para excusarnos ante nosotros mismos.

Fragmentos de artículo de Guillermo Cabrera Infante sobre los vampiros y Drácula


LA LETRA CON SANGRE ENTRA

            “El moderno mito del vampiro no se originó en Hungría, con su archipiélago de Gulash, ni en la Rumanía de Ceaucescu, desfilando por el paso Borgo en Transilvania, sino en Inglaterra. O en una voluble variación de Londres en Suiza. Surgió, como era de esperar, una noche, una noche toda llena de murmullos literarios y música de monólogos, en la villa Diodati, junto al lago de Ginebra, mansión lacustre que compartían en 1816 los Byron; el poeta Shelley; su mujer, Mary, y una hermana de Mary, que era amante de Byron, poeta maldito. En esta elegante promiscuidad y aislados por una lluvia más tenaz que en Londres, pasan todas las veladas entre versos y besos. Un intruso necesario, el doctor John Polidori, médico de Byron, completa el quinteto doméstico. Pero en vez de tratar a Byron, el médico es tratado por el lord como un matasanos de manía literaria.
            Una noche, otra noche cerca de la medianoche, Byron, apuesto, propone una apuesta: a ver quién escribe mejor una historia de horror que él llama “de fantasmas”. Mary, dada a las pesadillas, es la única que hace el cuento. Hoy lo conocemos como Frankenstein, olvidando su apéndice pretencioso: El Prometeo moderno. Shelley, siempre serio, ni siquiera consideró  la  propuesta,  y  Byron, como era su costumbre, garrapateó unas líneas orales y se aburrió pronto: detestaba la prosa, amaba la prisa.   Pero, sorpresas de la escritura, el buen doctor Polidori, mal médico, pero experto en el sabor del láudano y sus posibles sueños, escribe, tres años más tarde, un cuento titulado El  vampiro.  Fiat  tenebrae!  El mito se hizo así  literatura de las tinieblas   por  primera  vez en inglés. Curiosidad literaria, el cuento publicado en 1819 arrebató   al continente, aunque llevaba, debajo del título, el entonces más comercial nombre de Byron. Pero Polidori, a quien el poeta llamaba doctor Peloduro, es la fuente y el origen. Como Bram Stoker, al otro extremo del siglo, es el aparato receptor de la leyenda para transmutarla en literatura. Polidori no es un escritor profesional, sino un aficionado de genio. Hay que esperar hasta 1897 para que el vampiro se llame Drácula, pero ya llega, ya está ahí. (...)
            Vampir viene del magiar, es decir, húngaro de origen, aunque una etimología remota lo remonta al turco uber, bruja. El término insiste en estas transformaciones. Súcubo tiene en latín una terminación masculina, pero el significado es femenino: un demonio con formas de mujer hechas para atraer a los hombres. La fornicación es la muerte. Los franceses todavía llaman al orgasmo la petite morte. Morir de amor, el ideal romántico, no significa otra cosa. Con el beso del vampiro (o la vampira) se cumplen los deseos más el reclamo de ocasión de la inmortalidad por la sangre. ¿Qué mujer inglesa o húngara, que lo desdeñan todo, según Stoker, podrá resistir la tentadora oferta del conde?
            Aparte del genio literario que, como el espíritu del mal le sopló en la oreja, el otro gran hallazgo de Bram Stoker fue el título de su novela, el nombre del mal: Drácula. Stoker lo encontró en sus investigaciones sobre el folclore de Hungría, pero todavía dos meses antes de publicarse su obra inmortal (como conviene al conde) no había decidido dar título al libro. Había encontrado una variante del nombre en Whitny, lugar que Drácula escoge para naufragar en Inglaterra, y le confiere el título de conde, que no existe en la nomenclatura inglesa, pero lo llama voivode, que es príncipe en húngaro. El más notorio de los voivodes, sin embargo, es rumano: ese tierno Vlad el empalador al que Ceaucescu cantó en su quintocentenario,en 1976. Vlad, cuyo deporte favorito era empalar a sus enemigos y de vez en cuando a sus amigos (alcanzó el notable récord de más de 250.000 empalados durante su reino de terror) era conocido   como Drácula  (la  terminación es femenina, pero todos sus oficios, como sus orificios,  eran masculinos). Es decir, hijo del diablo. Un temprano gusto rumano por los eufemismos lo convirtió  en  hijo  del  dragón.  El  dragón, su padre,  es  decir,  Vlad III,  venía  envuelto en las sombras de una leyenda  familiar. Este noble monarca salía de su tumba en tiempos difíciles para echar un ojo desvelado a sus demonios. (Perdón, a sus dominios.) Bram Stoker, con un toque de genio, confundió a los dos Vlades con un golpe de máquina de escribir (fue uno de los primeros escritores que la usó) y fundió raza y lenguas y mitos (pero no abolió el azar). (...)
            La leyenda del vampiro es muchas veces milenaria. Hay, aparición temprana, un cuento de vampiros en El satiricón, que rima con Nerón, del siglo Primero de nuestra era, y una versión del vampiro en Las mil y una noches. Hay vampiros góticos, renacentistas y románticos. Hay vampiros para todos y en todo tiempo. ¿Por qué? Porque la leyenda (un espíritu del mal que desangra pálidas doncellas bajo la luna) no es más que una metáfora literaria de la menstruación, esa profusa, inexplicable pérdida de sangre que sólo sufren las mujeres. Su aparición es cíclica y es heraldo de la pubertad. Su ausencia, por otra parte, anuncia el embarazo o una enfermedad mortal. Pero, a pesar de Petronio y Scherehzade, el mito es esencialmente cristiano: la cruz es el único verdadero resguardo contra el vampiro. Hay un antídoto culinario, el ajo, pero se sustituye a veces por el acónito en flor, que es menos ofensivo al portador del amuleto: un diente de ajo puede más que un colmillo de Drácula. Por otra parte, no se concibe al conde ni judío ni musulmán, porque no temerían a la cruz y comerían con gusto el ajo.
            Drácula, nuestro vampiro favorito, sufre de una monomanía: su pasión dominante (su única pasión) es la sangre. No hay asombro cuando exclama: “La sangre es la vida”, porque proclama un axioma médico: la sangre es de veras la fuente de la vida. En realidad, el innoble conde no hace otra cosa que procurarse demoradas y sucesivas transfusiones. (...) Drácula es un aristócrata, pero es también, no hay que olvidarlo, a bloody foreigner, frase favorita para expresar el desdén inglés por los extranjeros todos, condes o condenados.
            Sin embargo, dos extranjeros, el doctor Polidori y el irlandés Bram Stoker (su nombre es apócope de Abraham), establecen y reclaman el mito para Inglaterra, y a la hora de considerar el mito moderno son algo mejor que sus originadores: son sus verdaderos creadores y, para el entretenimiento, sus recreadores. (...)
            A veces Drácula se lee como una película muda, y de hecho el primer Drácula (llamado Nosferatu porque su director, Murnau, se olvidó de comprar antes los derechos a la viuda del autor) es una lectura fascinante de la novela. El Drácula a que todavía remiten las películas Hammer (1958) no es más que una versión en colores de la puesta en escena en Broadway en 1927 y su puesta en imágenes de 1931 (la que para acentuar la relación entre Drácula y el amor consanguíneo se estrenó en Estados Unidos en 14 de febrero, ¡día de los enamorados!) es una repetición a la que la reciente invención del sonido permite hacer oír, como bienvenida al mal, la voz meliflua, entre argentina y húngara, de Bela Lugosi anunciándose: “I’m Dracula”. Drácula, qué duda puede caber, es la primera obra maestra de la literatura pop. (...)
            ...el único Drácula posible de Bram Stoker es su libro, que es, como su conde, inmortal. Siempre propone, como Bedier al principio de Tristán e Isolda, una invitación que nadie puede resistir: “¿Querrían ustedes oír una historia de amor, de locura y de muerte?”.
                       
            (Fragmentos extraídos de un artículo  de G. Cabrera Infante, publicado en el suplemento Babelia en EL PAÍS, el 6 de febrero de 1993.)


Mapa de Transilvania, Valaquia y otras regiones, 1681

transylvania
Map of Transilvania, Walachia, Moldavia, Bulgaria, Bessarab, 1681

sábado, 20 de febrero de 2016

DRÁCULA. CUESTIONARIO. Respuestas




   ESTAS SON LAS RESPUESTAS AL CUESTIONARIO. EN ROJO, LO QUE SE PEDÍA.

DRÁCULA. Concurso

         EN CADA CUESTIÓN, SE PIDEN UNA O VARIAS RESPUESTAS. TODAS LAS PÁGINAS INDICADAS SON DE LA EDICIÓN DIGITAL.

            PRIMERA CUESTIÓN:
---En primer lugar, se pide el nombre de un personaje y algunas de sus características. Para ello, tienes que fijarte en las indicaciones que se te dan. Quincey Morris.
1.      Casi todo lo que necesitas se encuentra entre las páginas 99 (“Del diario de Mina Harker. 22 de septiembre”) y 135 (“Del diario de Mina Harker. 30 de septiembre”).
2.      Se le aplica un adjetivo que, entre otras cosas, significa que es “lento en lo que hace”. ¿Cuál es ese adjetivo? FLEMÁTICO
3.      Ese adjetivo se refiere a un temperamento. ¿Cuáles de las siguientes características no responden a ese tipo de temperamento?:
3.1.            se toma su tiempo para la toma de decisiones;
3.2.            tiende a ser pesimista;X
3.3.            es el que consigue más disfrute de las artes;X
3.4.            es manipulador e intolerante;X
3.5.            es serio, impasible y racional;
3.6.            es calmado, tranquilo.
4.      De él se dice que “lo recibe todo con sangre fría” (aunque no se diga con esas exactas palabras).
5.      Ya casi al final de la novela (se sale de las páginas indicadas al principio), dice unas palabras muy reveladoras en cuanto a lo que puede considerarse que todo lo que ha sucedido está bien porque ha acabado bien, porque han conseguido lo que perseguían. ¿Cuáles son esas palabras? “¡Gracias, Dios mío, porque todo esto no ha sido en vano! ¡Vean! ¡Ni la nieve está más limpia que su frente! ¡La maldición ha concluido!”.
6.      ¿Quién –en la novela- nos dice ese adjetivo del personaje por el que preguntamos? El doctor Seward.

    SEGUNDA CUESTIÓN:
---Vas a centrarte en las páginas 140 a 143 (“Del diario de Mina Harker. 30 de septiembre), donde se habla de las características de los vampiros. Varias cuestiones.
1.      Se nos dice que Drácula tiene el apoyo de un tipo de magia. Es una palabra: ¿cuál? Uno de los componentes de ese vocablo significa “adivino, arte de adivinar”; ¿qué significa la palabra completa? NIGROMANCIA. Adivinación mediante la consulta de las vísceras de los muertos.
2.      Preguntamos por un adjetivo. En un determinado momento se emplea este adjetivo, cuando se habla de los riesgos que correrán los personajes y de las consecuencias que puede acarrearles si no consiguen lo que están persiguiendo; se relaciona con los siguientes significados:
……son sinónimos ‘abominable’, ‘perverso’ o ‘execrable’; seres nefandos.
……relacionado, en el texto, con las palabras “mancha” y “flecha”: ¿cuál es esa relación? (Se pide una figura retórica). “Como una mancha ante el resplandor de Dios; como una flecha en el costado de quien murió por nosotros”. COMPARACIONES.
3.      Hay un párrafo en el que se enumeran los ‘apoyos’ que ellos tienen contra el vampiro. ¿Cuáles son esos ‘apoyos’? El poder de asociarnos, fuentes científicas, libres para actuar y pensar, y nos pertenecen tanto las horas diurnas como las nocturnas; una verdadera devoción a una causa y un fin que no es egoísta.
4.      Una característica del vampiro es que no se refleja en los espejos. Con la ayuda de internet, averigua la razón. Porque no tienen alma.


TERCERA CUESTIÓN:
---Debes encontrar un nombre geográfico –con la ayuda de internet-, situado entre las páginas 131 (“Del diario del doctor Seward. 29 de septiembre”) y 151 (“Del diario del doctor Seward. 1 de octubre). CHERSONESO
1.      La palabra buscada rima con otra asociada a los siguientes nombres: Pélope, Morea y Esparta. Peloponeso
2.      El nombre que buscamos se corresponde con una península actual famosa, entre otras cosas, por una célebre batalla de la Primera Guerra Mundial, uno de cuyos nombres se corresponde con el Helesponto de la Grecia clásica. Chersoneso.
3.      ¿Por qué se menciona ese nombre en la novela? Un lugar, junto con muchos otros, donde se ha conocido al vampiro.

CUARTA CUESTIÓN:
--- Debes encontrar un gentilicio (también entre las páginas 131 y 151), con el apoyo de internet. MAGIARES.
1.      Recuerda la región donde habita Drácula (su nombre significa “al otro lado del bosque”). Transilvania.
2.      Averigua a qué país pertenece en la actualidad. Rumanía.
3.      Sin embargo, antes perteneció a otro país. Ese es el gentilicio que buscamos. Magiares. (142). Se acepta "húngaros".


QUINTA CUESTIÓN:
--- Debes encontrar unas palabras literales, entre las páginas 163 (“Del diario del doctor Seward. 2 de octubre”) y 181 (Cap. XXIII. “Del diario del doctor Seward. 3 de octubre). Internet será un aliado fiel. “¡Te daré todas esas vidas y muchas más y más importantes, a través de los tiempos sin fin, si aceptas postrarte y adorarme!”.
1.      Esas palabras son dichas por Drácula, pero no son dichas por Drácula. (Cuando las encuentres, explica la aparente contradicción). Renfield piensa que Drácula está diciendo eso, pero no es cierto.
2.      Pista: Drácula es el “malo” de la novela. Dentro de nuestra cultura, también hay un “malo” por antonomasia: aparece uno de sus nombres como título de la obra más famosa de un filósofo inglés de los siglos XVI-XVII. También es el título de una película rusa, que recibió un premio en el Festival de Cine de Sevilla, en 2014. Di ese nombre. Leviatán.
3.      Otra pista: unas palabras muy parecidas le dice ese “malo nuestro” a un personaje que es la encarnación de la bondad por antonomasia en nuestra cultura. ¿Vas sabiendo ya quiénes son esos dos personajes? Jesús y el diablo.
4.      Pista: Esas palabras llevan el “número tres” en ese libro mencionado. Las tentaciones.
5.      Una más: ese bueno y ese malo aparecen en un cuadro pintado por alguien nacido en Dordrecht (Ary Scheffer). Su título nos remite a unos episodios muy conocidos, contados en otro libro mucho más conocido. La Biblia.


SEXTA CUESTIÓN:
--- Entre los textos de estas dos páginas hay una diferencia. Encuéntrala y explícala.


Al final del cuarto apartado se dice que “Varner el vampiro” (1847) y “Carmilla” (1872) están influenciadas por “Drácula”. Eso no aparece en el blog, porque no es cierto.

SÉPTIMA CUESTIÓN:
---Debes encontrar un nombre propio, que aparece antes del principio del capítulo VIII. Pistas directamente relacionadas con el sustantivo que buscamos (como siempre, internet; también, el libro): DEMÉTER-DEMETRIO

1.      Relacionado con la agricultura. Deméter
2.      Relacionado con él, aparece el nombre de una ciudad búlgara en la costa del mar Negro. Verne-Varna.
3.      Se relaciona con un cabo conocido también por otro nombre y que está al sur de una península muy conocida de Grecia. Es un nombre muy parecido al de uno de nuestros dulces navideños. Matapán
4.      Relacionado con un comienzo en 6 y un final en 4.6 de julio-4 de agosto
5.      Relacionado con una especie de libro que aparece nombrado con frecuencia en la serie “Star Trek”. Cuaderno de bitácora
6.      Relacionado con un fenómeno meteorológico y con el título de un libro de Stephen King. La niebla.
7.      Relacionado con el agua. Es un barco.

OCTAVA CUESTIÓN:
--- Debes encontrar un adjetivo que aparece entre las páginas 104 (“Carta de van Helsing a la señora Harker. 24 de septiembre”) y 111 (“Del diario del doctor Seward. 26 de septiembre”).  Pistas directamente relacionadas (internet, ya sabes): ESTENOGRÁFICO 

1.      Tiene que ver con la escritura.
2.      Tiene que ver con estrecho; pero también con rápido.
3.      Tiene que ver con Tirón y con Cicerón.
4.      Tiene que ver con las Cortes.
5.      También recibe un nombre más conocido por nosotros. TAQUIGRÁFICO.


NOVENA CUESTIÓN:
--- Debes encontrar el nombre de ‘algo’ que aparece en las treinta últimas páginas de la novela. Pistas relacionadas (internet): El ORIENT EXPRESS.

1.      El título de una novela de Agatha Christie.
2.      Año 1883.
3.      Estambul.
4.      Simplon. (Ten cuidado, pues hay muchos “simplones”).
5.      Serie “Doctor Who”, temporada 8, episodio 8.

DÉCIMA CUESTIÓN:
--- Encontrar el nombre de un lugar y decir por qué es importante en la novela. Pistas relacionadas (ver internet): WHITBY
1.      Nombre propio de una feria famosa, popularizada por Simon y Garfunkel (aunque provenga de una canción tradicional). Lo que buscamos está en el mismo condado, a escasos kilómetros de allí. SCARBOROUGH
2.      Nombre relacionado con un tal Cook.
3.      Transcurren en ese lugar las acciones de una serie de libros del escritor Paul Magrs.
4.      Tiene que ver con un acontecimiento que lleva el siguiente nombre: “(Aquí debes colocar el NOMBRE DE UNO DE LOS PERSONAJES DE “THE BIG BANG THEORY”) Hedge”. O sea: PENNY Hedge (formado por dos palabras).