VAMPIROS
EN POESÍA Y PROSA
“La figura vampírica aparece en
literatura a comienzos del siglo XIX, de la mano de alguien tan ilustre como
Goethe, que trata el tema en La novia de
Corinto, aunque poco antes ya había sido insinuado por Burger en su Eleonora. La creación de Goethe
entusiasmó a los románticos alemanes e ingleses, pero fue un autor mucho más
oscuro el que escribió el primer cuento de vampiros del estilo “capa negra y
colmillos” que luego se ha hecho famoso. William Polidori, médico y secretario
personal del poeta Byron, escribió El
vampiro en aquella misma noche célebre a orillas de un lago suizo en la
que, por una apuesta, la casi adolescente Mary Shelley inventó a Frankenstein y
su Criatura. (...) Lord Ruthven, el personaje creado por Polidori, es el padre
de Drácula y los demás vampiros clásicos de la literatura fantástica
contemporánea. La historia fue publicada en abril de 1819 en el “New Monthy Magazine”.
En
1847 se publica una novela anónima titulada Varney el Vampiro o el Festín Sangriento, que muchos atribuyen al
prolífico autor popular Thomas Preskett Prest. (...) Desde un punto de vista
estrictamente literario, el cuento de Joseph Sheridan Le Fanu Carmilla es mucho más exquisito y
contundente. Le Fanu, escritor irlandés, es sin duda uno de los mejores autores
de relatos de fantasmas de todos los tiempos. Su Carmilla, publicada en 1872, es una historia turbadora y llena de
sugerencias eróticas: la protagonista, una joven de origen desconocido recogida
por un viejo militar inglés, resulta ser una reaparición de la condesa Mircalla
Karstein, muerta años antes, y se apodera del alma y del cuerpo de la hija de
su generoso huésped. Llena de insinuaciones homosexuales muy audaces para la
época victoriana en que fue escrita, Carmilla
ha sido llevada libremente varias veces al cine, destacando en estas
adaptaciones la sublime Vampyr, de
Dreyer (para algunos, la mejor película de vampiros jamás realizada) y la
discreta Et mourir de plaisir, de
Roger Vadim.
(...)
Pero la verdadera leyenda literaria del vampiro, de la que hoy se alimenta
nuestra imaginación, comienza con la novela Drácula, de Bram Stoker. Éste nació en Dublín, en 1847, y sólo
ocasionalmente se dedicó a escribir: su auténtica profesión fue la de
empresario y representante teatral. (...) Drácula
está escrita en forma de novela epistolar, un recurso muy típico de finales del
siglo XVIII, pero que se mantuvo a lo largo de gran parte del XIX; logra
mantener la tensión amenazante a lo largo de muchas páginas. No está claro cómo
le vino a Stoker la idea de componer su libro. Según testimonio de su hijo,
todo empezó con una pesadilla del escritor en la que soñó con un rey vampiro
que se levantaba de la tumba para cometer diversos crímenes. Pero otras fuentes
señalan que tomó la semilla del argumento de una cena con Arminius Vambery,
profesor de Lenguas Orientales de la Universidad de Budapest, quien le contó
numerosas historias sobre Vlad el Empalador y diversas leyendas de vampiros,
usuales en los Cárpatos. Lo más verosímil es que Stoker mezclase varias fuentes
y diversas inspiraciones para crear su historia.
(De
Sombra y asombro de los vampiros, de
Sara Torres. Publicado en la revista de cine “Nosferatu”. Abril, 1991).
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