jueves, 29 de octubre de 2015

LUIS ALBERTO DE CUENCA. Prefacio al libro "Tratado sobre los vampiros" (1746), de Dom Augustin Calmet


   «La fuerza más importante del vampiro radica en que nadie cree que existe», solía repetir Van Helsing en la novela de Stoker. Calmet no afirma ni niega nada, pero ofrece un sinfín de testimonios. Entre ellos, el del escritor francés Joseph Pitton de Tournefort, quien fue testigo de la gran epidemia vampírica que, entre los años 1700 y 1702, diezmó la población de Mícono, pequeña isla del archipiélago de las Cícladas, en el Egeo.
   Empezaron a aparecer centenares de personas con pequeñas incisiones en el cuello y en las arterias de los brazos que daban de inmediato signos de agotamiento y que acababan por morir. Los afectados eran, indistintamente, hombres y mujeres jóvenes y niños de ambos sexos. Se utilizaron diferentes métodos curativos sugeridos por médicos y curanderos, pero sólo una acción fue eficaz para terminar con tan extraña epidemia: grupos de aldeanos armados con estacas de fresno afiladas en una de sus puntas recorrieron todos los cementerios de la isla y abrieron todas las tumbas; aquellos cadáveres que no se hallaban en evidente descomposición o que presentaban un aspecto saludable fueron atravesados con las estacas de fresno a la altura del corazón. Como la epidemia de vampirismo desapareció a partir de entonces, se generó entre los nativos y entre quienes presenciaron los hechos un argumento de peso en favor de la existencia de los muertos vivientes que, por las noches, abandonan sus tumbas para, en forma de vampiros, ir a buscar entre los vivos la sangre que les es necesaria para prolongar su precaria existencia ultraterrena.
   Los anales históricos de la Baja Hungría —sigue contando el inefable Dom Calmet— relatan otro curioso ejemplo de vampirismo. El 10 de septiembre de 1720 un grupo de ciudadanos de Krislova pidieron al comandante austriaco de la zona permiso para exhumar y destruir por el fuego el cadáver de Pedro Plogojowitz, quien varias semanas después de su muerte había sido visto en aquella ciudad lanzándose al cuello de varias personas para chuparles la sangre. Todas las personas que habían tenido el fatal encuentro habían muerto al día siguiente, dictaminando el médico «falta total de sangre». El comandante austriaco no quiso dar crédito a tan fantástico relato y denegó el permiso de exhumación. Pero tuvo que reconsiderar su decisión cuando la delegación de ciudadanos de Krislova volvió a visitarle informándole que otras nueve personas habían muerto durante los últimos días en las mismas extrañas circunstancias que las anteriores. Finalmente, el militar, precedido por el párroco, fue al cementerio e hizo abrir la tumba en que estaba enterrado el tal Plogojowitz, quien apareció intacto, con un aspecto sonrosado y con la boca llena de sangre fresca. Se trataba, por tanto, de un vampiro, y como tal se procedió con él: se afiló una estaca de fresno y se le clavó entre las costillas hasta alcanzar el corazón, y luego se quemó el cadáver.
   En el pueblo de Blow, en Bohemia, un vampiro dio muerte a mucha gente. Los campesinos abrieron la tumba del monstruo y le clavaron en tierra con un palo afilado. «Qué amables sois —dijo el vampiro— al proporcionarme un bastón con el que ahuyentar a los perros.» Esa misma noche, se levantó y ahogó a cinco personas. Al día siguiente, fue entregado al verdugo, quien le atravesó varias veces con un hierro. Cuando era llevado a la hoguera en un carro, fue rugiendo todo el camino y moviendo desordenadamente los brazos y las piernas. Tras su ejecución, en 1706, el pueblo pudo vivir tranquilo. «Gracias a Dios —añade Dom Calmet— no somos crédulos como la gente sin cultivar. Pero debemos admitir, sin embargo, que la luz de la ciencia no ha sido capaz de iluminar con sus rayos un caso como éste.»
   Hasta aquí algunos casos de vampirismo expuestos por Calmet en su Tratado.

LUIS ALBERTO DE CUENCA. Prólogo al “Tratado sobre los vampiros”, de Dom Augustin Calmet (1746).

miércoles, 28 de octubre de 2015

Sobre la novela. Luis Alberto de Cuenca

Ilustración de Fernando Vicente para la edición de Reino de Cordelia

   "... Stoker logra crear en su célebre novela un clima de terror (...)  invencible (...).  Y lo logra mezclando elementos del más puro romanticismo gótico, anclado en los mitos de siempre (ese castillo onírico del monstruo colgado entre riscos inaccesibles, el aullido de los lobos, el horror atávico de los lugareños ante su diabólico señor feudal) con otros de un ochocentismo pragmático y cientificista casi verniano (esos médicos al tanto de los últimos avances en la parcela de las transfusiones sanguíneas, personajes chapados a la última en materia de ciencias aplicadas, mujeres imbuidas de un espíritu igualitario) y con un sentido del humor devastador, muy siglo XX (...)".

                                 LUIS ALBERTO DE CUENCA. Del Prólogo al Drácula de la editorial Reino de Cordelia, ilustrado por Fernando Vicente.

lunes, 26 de octubre de 2015

"DRÁCULA". Segundo tramo de lectura


   Iniciamos la segunda semana de lectura (entre el 26 de octubre y el 1 de noviembre): vamos a llegar hasta la página 59 (hasta IX.- CARTA DE MINA HARKER A LUCY WESTENRA). 
   Ve fijándote cómo se van alternando las distintas fuentes, para proporcionarnos la información narrativa. ¿Con cuál(es) de ellas te quedas y por qué?

jueves, 22 de octubre de 2015

Cuaderno de notas de Bram Stoker

Las primeras huellas de Drácula

POR Alison Flood
El hallazgo del cuaderno de notas de Bram Stoker, escrito cuando éste era estudiante en el Trinity College de Dublín, marca el derrotero hacia la novela más famosa del escritor irlandés, además de que contiene los primeros pininos del autor en poesía y prosa
(fanpop.com)
El cuaderno de notas privado de Bram Stoker fue descubierto en un ático en la Isla de Wight, ofreciendo pistas crípticas sobre el origen de la obra más famosa del autor: Drácula.
Con una instantánea de Dublín entre 1871 y 1881, así como una ventana a la vida privada de Stoker, el cuaderno de notas fue encontrado por el bisnieto del autor, Noel Dobbs. Éste envió fotografías de las páginas del libro a uno de sus familiares, el sobrino nieto del escritor, Dacre Stoker, autor de la novela reciente Drácula: The Un-Dead, quien ha trabajado para descifrar los “terribles” escritos de su ancestro, junto con la doctora Elizabeth Miller, de la Sociedad de Drácula de Transilvania.
El Diario perdido, con anotaciones completas, está programada por la editorial Robson Press para su publicación el próximo año, que marca el centenario de la muerte de Bram Stoker, ocurrida en 1912.
El cuaderno de notas de más de 100 páginas cubre el periodo en que Stoker era estudiante en el Trinity College de Dublín y empleado en el Castillo de Dublín, y está escrito en un claro estilo periodístico precursor de Drácula, además de que contiene los primeros pinitos del autor en poesía y prosa. “Existen algunos paralelos definidos entre este cuaderno de notas y el diario de Jonathan Harker, y algunos apuntes del cuaderno de Stoker resurgirían veintitantos años después en Drácula. Debido a que escribió muy poco acerca de sí mismo, los fanáticos y académicos de Stoker han especulado abiertamente sobre este escritor. Los rumores y los mitos han adquirido vida propia. Ahora, con este capítulo revelado del autor irlandés, su vida podrá ser interpretada de forma más precisa”, señaló Dacre Stoker.
(cineastesbookshelf.blogspot.com)
El cuaderno abre con una entrada titulada 'Pesca de noche' –la más temprana hasta ahora conocida en la escritura de Stoker—, la cual Dacre Stoker y Miller afirman que “muestra un aspirante a escritor que compone un pasaje excesivamente descriptivo en prosa florida”. También revela la conexión del autor con el mar y su respeto por la gente a su merced, un interés que resurgió en obras como Drácula (1897), The Watter’s Mou’ (1894), The Mystery of the Sea (1902 ) y Greater Love (1914).
En otra página se lee: “Un hombre construye una sombra en la pared poco a poco añadiendo sustancia. De repente, la sombra toma vida”, lo que más adelante se convertiría en el núcleo de la historia de Stoker: The Shadow Builder. Una nota en la que se lee “El Palacio de la Reina Hada. El niño se va a dormir y el palacio crece, el cielo cambia sus cortinas de seda azul” prefigura el uso frecuente en Stoker de los sueños en las historias infantiles, incluyendo Lies and Lilies y The Wondrous Child.
Aunque el cuaderno termina ocho años antes de que Stoker comenzara a escribir Drácula, hay “varias entradas” en el libro que tienen “resonancias distintas” en la novela, abundan Dacre Stoker y Miller, entre ellas la de un hombre “que se refleja en toda persona que conoce”, un tema central de Drácula, donde el vampiro no se refleja.
Otra menciona a “un niño que encierra a muchas moscas en una botella hasta que mueren”. Esta imagen es muy interesante porque delinea el personaje de Renfield en Drácula”, explica Dacre Stoker.
Tomado de: The Guardian. Octubre 18, 2011.
Traducción: José Luis Durán King. 

miércoles, 21 de octubre de 2015

"Drácula", de Bram Stoker. (Posible) Plan de lectura


   Como "Drácula" es una novela larga, la propuesta es ir leyéndola poco a poco: pongamos unas 30 páginas semanales (a partir de esta, la comenzada el lunes 19 de octubre). 
   En este blog, iremos colocando los distintos tramos de lectura, cada lunes. En primer lugar, leeremos hasta la página 31, cuando termina el diario de Jonathan Harker y comienza el de Mina Murray. Todo este primer tramo tiene una unidad evidente: la llegada y estancia de Harker al castillo de Drácula y las características que el personaje presenta. 
   VE ANOTANDO TODO AQUELLO QUE TE RESULTE LLAMATIVO: LAS CARACTERÍSTICAS DEL PERSONAJE, LO RELACIONADO CON LO SOBRENATURAL, EL AMBIENTE, EL PAISAJE, ETC. Y, POR SUPUESTO, CÓMO VA AVANZANDO LA ACCIÓN NARRATIVA.

   Para la división de la novela, nos guiaremos por la que puedes descargar en este ENLACE.

martes, 20 de octubre de 2015

VLAD TEPES, UN POCO DE HISTORIA

Vlad Tepes

VLAD TEPES, UN POCO DE HISTORIA

            Vlad Draculea subió al trono de Valaquia como Vlad III, en 1456. Su apodo, Draculea, no siguió siendo el único; pasó a la historia como Vlad “Tepes”, Vlad “el Empalador”. (...)
            Tanto en la tradición alemana sobre el conde Drácula, como en la rusa y la rumana, se encuentran pruebas de que Vlad Tepes practicaba la crueldad por placer. No obstante, se advierten diferencias esenciales. Los  manuscritos alemanes (desde 1462), el poema de  Beheim (1463) y los sucesivos folletines (desde 1476) consideran que sus orgías de muerte eran innecesarias y arbitrarias, mientras que en los manuscritos rusos   (desde  1482), el autor señala que Vlad Tepes había sido en verdad  cruel  e insensible, pero justo. Es de la opinión de que “el soberano debe ser incluso cruel, cuando se  trata de erradicar el crimen y el mal de la nación”.
            Las diferentes interpretaciones se deben a la divergencia de intenciones. El autor alemán, que obtuvo sus informaciones en Transilvania, muestra, conforme a las tensas  relaciones entre Vlad Tepes y las ciudades sajonas, una imagen del príncipe en la que no se comprende el significado de sus sangrientas acciones. Aparecen como arbitrarias, carentes de legitimación y debidas exclusivamente a la naturaleza maligna de su carácter. Esto responde a la detallada descripción de las distintas formas de ejecución y tortura empleadas por Vlad Tepes y, por supuesto, de su método preferido, el empalamiento: decapitar, mutilar narices, orejas, órganos sexuales y labios, cegar, estrangular, ahorcar, quemar, hervir, despellejar, asar, desmembrar, clavar, enterrar vivo, apuñalar, arrojar a las fieras, dejar caer a las víctimas sobre palos puntiagudos, obligarlas a comer carne humana, someterlas al tormento de la rueda, marcarlas al hierro candente, untar las plantas de los pies con sal o miel y darlas a lamer a los animales. No se sabe si el minucioso recuento de esas atrocidades, que no sufren merma en el poema de Beheim, se debía a que, por una parte, las ciudades sajonas tenían gran interés en difundir una imagen absolutamente negativa de Vlad Tepes; por otra, a que el gusto truculento del lector de la época lo exigía. (...)


            ¿Era Vlad Tepes  un psicópata sádico o encarnaba, hasta las últimas y crueles consecuencias, la violenta forma de vida de la Antigüedad?
            Florescu/McNally, autores ingleses de una biografía de Drácula, afirman que en la personalidad del príncipe trasluce cierta anormalidad sexual. Expresan la sospecha de una parcial impotencia de Vlad Tepes, quien experimentaría satisfacción sexual al ver mutilar los órganos sexuales de una mujer, o penetrar el palo profundamente en el cuerpo de una víctima.(...)
            ¿Quién fue Vlad Tepes? Una respuesta que lo reduzca a una figura meramente patológica, morbosamente cruel y sangrienta, no hace sino interpretar el carácter y los propósitos del príncipe de un modo tan miope como los cantos de júbilo de la prensa rumana {en tiempos de Ceaucescu}, que opina todo lo contrario:

            “Gracias a su perspicacia política, su habilidad diplomática y su gran capacidad militar, Vlad Tepes encarnó la historia de su propio pueblo. El amor a la patria,  la sumisión a los grandes valores del pueblo, se convirtieron en una fuerza capaz de resistir los asaltos de las grandes potencias. Ésta es la gran lección política que surge de la vida y la obra  del príncipe Vlad Tepes”.(...)

            Ninguna tradición conocida le atribuye a Vlad Tepes propiedades  vampirescas.(...)  En la Rumanía del siglo XIX, en el punto culminante del  movimiento nacional por la libertad y la renovación, se prestó otra vez  atención a Vlad Tepes. Mihail Eminescu (1850-1899), un poeta nacionalista rumano, alabó en un breve poema el heroico pasado del príncipe rumano, anhelando la existencia de un Vlad Tepes  que se  lanzase sobre los filisteos, la corrupta sociedad de Bucarest y los malos políticos. (...)
            Hasta Stoker no se concibió tradición literaria alguna que conectara a Vlad Tepes con el vampirismo. (...) Un (posible) argumento es, obviamente, su apodo: Draculea, hijo de Drácula. (...) Del latín draco: este sustantivo debió ser mal intepretado en Valaquia, porque en rumano, dragón es baluar, o, a veces, zmeu (monstruo), mientras que drac significa diablo (el sufijo ul es el artículo determinado). (...) El dragón es la encarnación del mal. (...) El aspecto del dragón recuerda al de Vlad Tepes: “...un monstruo que arrasa las tierras, extermina a los hombres, de espantoso semblante y a menudo dotado de alas de murciélago...”.
            Mediante el dragón (draco), hemos alcanzado a los vampiros, pero ¿cómo asociarlo al demonio (drac)? El diablo está estrechamente relacionado con el murciélago. Éste es considerado siervo de Satanás, y las palabras “diablo” y “vampiro” son a menudo empleadas como sinónimos. En los exorcismos, por ejemplo, el espíritu maligno sale volando por la boca del poseído bajo la forma de un murciélago. Quien se halle en tratos con el demonio, el gran dragón, puede convertirse en vampiro, y una de las formas que tiene de manifestarse el vampiro es el murciélago. Como ser híbrido, entre pájaro y ratón, animal nocturno y chupador de sangre, se asimila al vampiro, ese ser mitad vivo, mitad muerto que abandona su cueva por las noches para dedicarse a succionar.
            Si, a pesar de todos estos argumentos, no se produjo antes la asimilación de Vlad Tepes al mito del vampiro, se debe sobre todo a los turcos. Un vampiro sin cabeza es evidentemente impensable, y a aquél se le habían quitado (cuando lo mataron, en el paso de 1476 a 1477) los turcos.
            La unión de las mitades antagónicas, la reconciliación de lo metafísico con el hecho en sí, es mérito de Bram Stoker. (...) Tarde o temprano, la fascinación por lo oculto debía llevar a Stoker a Transilvania, región que, como ninguna otra, ha recogido material sobre vampiros, como lo señaló James Frazer en su libro La rama dorada (Londres, 1890), obra que, se supone, ha sido una de las fuentes de la imaginación de Stoker. (...)
            En sus posteriores investigaciones, Stoker se vio confrontado una y otra vez con las creencias de los rumanos en los vampiros y en sus distintas manifestaciones. En trabajos especializados, halló relatos acerca de muy curiosas costumbres. En Rumanía, era habitual desenterrar los cadáveres en determinados períodos para comprobar si se habían convertido en vampiros. A los niños se les desenterraba tres años después de su muerte; a los jóvenes, cinco años después; y a los demás, a los siete años. Si el proceso de descomposición era completo, se lavaban los huesos con agua y vino y se los volvía a enterrar; si no, se consideraba que el muerto se había convertido en un vampiro, de modo que se seguía el procedimiento habitual:
            “Se atraviesa el ombligo del vampiro con una estaca, o se le arranca el corazón. El corazón debe quemarse en fuego de carbón vegetal; también puede hervirse o cortarse en trozos con una hoz”.
            El temor a los vampiros se extendió de tal modo que, en 1801, el obispo de Sige le rogó al príncipe de Valaquia que procurara que los campesinos no siguieran desenterrando a sus muertos. (...)
            El que su novela, publicada en Londres en 1897, tuviera una difusión tan grande se debe a que Stoker supo elaborar elementos sobrenaturales con suma verosimilitud. El carácter documental del libro, los apuntes del  Diario, el protocolo y las cartas, la exacta descripción del viaje en  ferrocarril y en barco,y los detalles geográficos sugerían tanta legitimidad   como la elección de Transilvania  -lugar donde, de hecho, se sospechaba  hacía  mucho tiempo de la existencia de vampiros- para la residencia habitual de su supervampiro.
            El nexo entre el vampiro y la historia  real  acabaron de otorgar autenticidad a su relato y lo convirtieron en una amenazadora advertencia, ya que la veracidad de los hechos podía ser comprobada. La publicidad editorial no se cansó de acentuar precisamente este aspecto:
            “Bram Stoker no se ha inventado la figura del vampiro; ésta es tan antigua como la humanidad misma y puede hallarse en las leyendas de casi todos los países. Todo lector recibe una impresión imborrable de las terribles posibilidades que se esconden en la existencia humana”.


            (Fragmentos extraídos de Conde Drácula, historia y leyenda de Vlad el Empalador, de Ralf-Peter Märtin. Tusquet editores,  Cuadernos Ínfimos, Barcelona, 1983.) 

lunes, 19 de octubre de 2015

Fragmento de "Tratado sobre los vampiros", de Dom Augustin Calmet (1751)


MUERTOS DE HUNGRÍA QUE CHUPAN LA SANGRE DE LOS VIVOS

“Hace alrededor de quince años que un soldado que estaba de guarnición, hospedado por un campesino haidamaque, en la frontera de Hungría, vio entrar en la casa, cuando estaba sentado a la mesa con su anfitrión, a un desconocido que se sentó también a la mesa con ellos. El dueño de la casa fue extrañamente asustado de ello, lo mismo que el resto de la reunión. El soldado no sabía qué pensar, ignorante como estaba de la cuestión. Pero, habiendo muerto el amo de la casa al día siguiente, el soldado se informó de lo que era. Le dijeron que era el padre de su huésped, muerto y enterrado hacía más de diez años, quien así había venido a sentarse a su lado, y le había anunciado y causado la muerte.
            El soldado informó primeramente al regimiento, y el regimiento lo hizo saber al cuartel general, que comisionó al conde de Cabreras, capitán del regimiento de infantería Alandetti, para que informase del hecho. Habiéndose trasladado al lugar con otros oficiales, un cirujano y un auditor, tomaron declaración a todas las personas de la casa, que atestiguaron de manera uniforme que el reviniente era el dueño del padre de la casa, y que todo lo que el soldado había dicho y referido era la verdad exacta, lo que fue también atestiguado por todos los habitantes del lugar.
            En consecuencia, se hizo desenterrar el cuerpo del espectro, y se le encontró como el de un hombre que acabase de expirar, y su sangre como la de un hombre vivo. El conde de Cabreras hizo que le cortasen la cabeza, antes de volverlo a depositar en la tumba. Se informó además de otros revinientes semejantes, entre otros de un hombre muerto hacía más de treinta años, que había vuelto en tres ocasiones a su casa y siempre a la hora de la comida: la primera vez había chupado la sangre del cuello a su propio hermano; la segunda, a uno de sus hijos; y la tercera, a un criado de la casa; los tres habían muerto al instante. Basándose en esta declaración, el comisario hizo desenterrar al hombre y, encontrándolo como al primero, con la sangre fluida como la tendría un hombre vivo, ordenó que con un clavo de gran tamaño le atravesasen las sienes, y que después lo colocasen de nuevo en la tumba.
            Hizo quemar a un tercero, enterrado hacía más de dieciséis años, y que había chupado la sangre y causado la muerte a dos de sus hijos. El comisario envió su informe al cuartel general; se envió luego a la corte del emperador, que ordenó que enviasen oficiales de guerra, de justicia, médicos y cirujanos, y algunos sabios para examinar las causas de tan extraordinarios acontecimientos. Quien nos ha referido esas particularidades las había conocido del señor conde de Cabreras, en Freiburg im Breisgau, en 1730”.


            (De Tratado sobre los vampiros, de Dom Augustin Calmet. Publicado en 1751. Mondadori, Madrid, 1991.)

domingo, 18 de octubre de 2015

¿Qué es el vampiro? Una definición de Louis Vax

Fotograma de la película "Nosferatu", de Murnau (1922)

   "El vampiro es un ser ambivalente: 
nos horroriza, pero nos fascina. Ha prolongado su vida más allá de los límites normales, y es bien sabido que uno de los personajes más inquietantes de la leyenda es el individuo que no envejece. Pero el hombre siente vagamente que no puede prolongar en forma indefinida su propia vida si no es hurtando una parte de la vida de los demás; deseo este que nace en el hombre y le produce horror; lo proyecta entonces fuera de sí mismo en la figura de un monstruo.”

                                        Louis Vax. Arte y literatura fantásticas

viernes, 16 de octubre de 2015

Un poema de Luis Alberto de Cuenca: "Rumbo a Londres, el conde Drácula resucita un pasado sentimental"

Luis Alberto de Cuenca

RUMBO A LONDRES, EL CONDE DRÁCULA RESUCITA UN PASADO SENTIMENTAL

Hasta aquí, amor. aquí. Fauce abisal
de mi propio deseo, encadenado
y libre como el ancla entre sus limos.
Aquí, ferviente explorador de gozos.
No temas, cuerpo mío, arquitectura
sumergida, ciudad imaginada.
Gusta breve solaz, toca su lumbre,
admira su contorno, prevalece.
Tiniebla en la tiniebla, pez de sombra,
no hay heraldo que horade tu silencio
con dulce, memorable, dulce canto.
No hay heraldo. Detente, alado brillo
del sueño, resplandor de los cobardes.
Oscura vida, ven, y tus panoplias
de soledad nocturna, tus escudos
heráldicos, tu faz de terciopelo,
cristal anochecido del abandono.
Ven, oh tú, palpitante enredadera
de destrucción y plenitud, oh vida.
Y no la selva familiar, ni el húmedo
contacto de tu quilla con la proa
del mar, no el espolón entre los senos
me ofrezcas, artificio o salvación
final, sí deslizante carabela,
submarino solar y travesía
nostálgica y feliz, hermosa y triste,
lejos de Transilvania, de los ojos
tan suaves, del cabello, de las manos
que tanto amé y se han ido para siempre.

"Bram Stoker: el escritor al que Drácula hizo inmortal"



Bram Stoker


En "La Voz de Galicia":

Bram Stoker: El escritor al que Drácula hizo inmortal

El escritor irlandés creó con Drácula a un vampiro exótico y atractivo que la literatura y el cine acabaron perfeccionando


Bram Stoker (1847-1912) nació un día como hoy hace 165 años en un pequeño pueblo de Irlanda y, con su gran obra maestra Drácula, escrita en 1897, engendró una criatura que acabó haciéndolo inmortal. Bram Stoker fue el primero en perfilar lo que hoy conocemos como vampiro moderno en el momento en el que engendró el personaje principal de su gran obra maestra. Oscar Wilde dijo de la novela de Bram Stoker que era la más bella escrita jamás, pero fue realmente el magnetismo del icono del vampiro, que cambió radicalmente con Bram Stoker, lo que catapultó y al mismo tiempo eclipsó a su autor, convirtiéndolo en el claro ejemplo de creador devorado por la criatura. Drácula de Bram Stoker no fue solo una obra literaria de la época victoriana. Fue mucho más. La pluma de Bram Stoker desencadenó una efervescente pasión por el folclore rumano, el ocultismo, los orígenes de este personaje de ficción marcado por su cercanía a la muerte, a la sangre, a la enfermedad y al erotismo.
No es que Bram Stoker sea un escritor merecedor de figurar en el top ten de la literatura universal, pero sí tiene una producción apreciable como para ser tenido en cuenta. Sin embargo, los cien años que han pasado desde su muerte -el 20 de abril de 1912- no han añadido postergación al arrumbamiento. Bram Stoker ya murió enfermo, olvidado y pobre en una pensión londinense mientras su novela mayor, Drácula, se reeditaba con éxito razonable. El Drácula de Bram Stoker fue uno de los mitos literarios que mejor ha arraigado en el imaginario colectivo hasta el punto de que mantiene hoy plena vigencia y sigue generando nuevas recreaciones artísticas y subproductos tanto culturales como de ocio. Max Schreck fue el primer vampiro del cine para Nosferatu, el clásico que Friedrich Wilhem Murnau realizó en 1921 sobre la novela de Bram Stoker considerada una de las cumbres de la literatura gótica.
Dicen sus allegados que en su último aliento Bram Stoker murmuraba «strigoi, strigoi» («espíritu maligno», en rumano) mientras apuntaba con el dedo a un lugar en penumbra de la habitación. La escena recuerda a los tristes años finales del actor Bela Lugosi (quien mejor puso rostro a Drácula), abandonado en una residencia y con confusión de personalidad, que tan acertadamente homenajeó el cineastaTim Burton en su bello pero irregular filme Ed Wood.
Nacido el 8 de noviembre de 1847 en Clontarf, un pueblecito que entonces aún no había sido absorbido por Dublín, Bram Stoker fue un niño enfermizo. Y en las largas horas de cama, convalecencia y melancolía fraguó un carácter imaginativo y amante de lo oculto, alentado por las historias de terror de tradición gaélica que su madre le contaba para animar sus tediosos días. La invalidez llevó a Bram Stoker a la voluntad de superación, pero fue esta propensión a la fantasía, mezclada con el rigor que le proporcionaron sus brillantes estudios de matemáticas en el Trinity College y desbordada por la fascinación que le provocó en 1871 una obra de la pareja de dramaturgos franceses Erckmann-Chatrian, la que lo conducirá a abandonar su seguro puesto de funcionario local en Dublín (como lo fue su padre). La impresión que le produjo a Bram Stoker la interpretación de sir Henry Irving en aquella representación teatral lo alentó a publicar su primer trabajo como crítico en prensa y, de ahí, a conocer a su admirado actor. Poco tiempo después, este le propuso que ejerciese como su agente y secretario y finalmente mánager del Lyceum Theatre, tarea que obligó a Bram Stoker a trasladarse a Londres, donde se instaló con su esposa, la actriz Florence Balcombe (la misma que fue novia de Oscar Wilde, buen amigo del escritor).
Bram Stoker y Henry Irving, el tirano
Bram Stoker se convirtió así en mánager, confidente y hasta esclavo de Irving, a quien terminó dedicando buena parte de su vida (alrededor de 30 años). Es más, su actitud tiránica se cree que pudo inspirar, como personalidad vampírica, la construcción de Drácula. De hecho, dicen que el motor de la escritura de la novela fue un desafío del actor a Bram Stoker.
Eso sí, vista la fuerza de sus imágenes, el andamiaje del libro tiene mucho que ver con los conocimientos que del mundo teatral adquirió Bram Stoker. En el poder de la atmósfera, y de su personaje (que revisita la figura de Vlad Tepes, el Empalador), reside precisamente la clave del éxito. Bram Stoker fue miembro de la sociedad secreta The Golden Dawn, como lo fueron Yeats, Conan Doyle, Machen, Haggard, Meyrink, Blackwood o Crowley, quien con su espíritu libre y sus polémicas dinamitó el ocultismo de esta fraternidad de magia ceremonial.
Bram Stoker y sus ensayos de Drácula
Al contrario de lo que se ha dicho, la primera aparición literaria del gran personaje de Bram Stoker no hay que buscarla obsesivamente en el relato El invitado de Drácula. Este cuento, independiente y no desgajado del cuerpo principal como se pensó, fue escrito de forma paralela por Bram Stoker mientras diseñaba su obra mayor y trabajaba en las notas para acometerla, casi como un ensayo.
Dos años después de la muerte de Bram Stoker, el relato fue incluido por su viuda, Florence Balcombe, necesitada de dinero, en un volumen que reunía varias piezas breves. Bram Stoker da cuenta de una aventura en los alrededores de Múnich del invitado inglés de Drácula que movido por su escepticismo se adentra en un valle en busca de un pueblo maldito para los habitantes de la zona, y lo hace además a solo unas horas de la noche de Walpurgis.
No es el único cuento notable del ramillete. Diría más, Bram Stoker tiene en El entierro de las ratas uno de sus grandes hitos creativos (...)
En el 2009, su sobrino biznieto Dacre Stoker recuperó con Drácula, el no muerto el origen del mito con una visión «más actual» y aseguró estar así cumpliendo el deseo secreto de su antepasado, «mantener viva la historia». (...)
Drácula: el origen del mito
Pero, ¿Quién es Drácula? ¿Existió? ¿Es una pura invención de Bram Stoker o tiene precedentes? Más allá de que Bram Stoker se inspirara en el asombroso príncipe rumano (también llamado Vlad Draculea), que vivió entre 1431 y 1476 y fue famoso por empalar a sus víctimas, Drácula no es más que un vampiro, una criatura siniestra que se alimenta de la vida de otra, un cadáver que abandona la tumba aprovechando la noche para succionar la sangre de los vivos.
Esta palabreja (vampir) surge antes de Bram Stoker en letra impresa en Alemania, pero ya en torno al año 200 Filóstrato el Viejo traza en Vida de Apolonio de Tiana el primer esbozo de cuento de vampiros cuando relata la historia del enamoramiento inducido de Menipo de Licia. Lo que resulta más complejo es averiguar el origen de la figura, que se pierde en el rastro de los tiempos antiguos entre demonios, muertos vivientes, fantasmas chupasangres más o menos corpóreos, diosecillos de dudosa catadura... Así, como recuerda Jacobo Siruela en el ensayo que abre la antología de cuentos que preparó sobre Vampiros (Atalanta, 2010), las culturas china, babilónica, hebrea, islámica, griega guardan un lugar para, sea cual sea su aspecto físico, sus características, una criatura cuya existencia está indefectiblemente marcada por la muerte, la sangre y un insoslayable componente erótico.
De la tradición folclórica al cine
La construcción del mito que popularizó Bram Stoker se va consolidando muchas veces asociada a la aparición de epidemias, plagas, la peste, la superstición y los miedos atávicos colectivos que favorecen su propagación entre el pueblo, como el propio contagio hace con la muerte, la violencia y la locura. Un escenario típicamente medieval que contaminaba el acervo popular en la Europa oriental y que vino de perlas a románticos, ávidos de paisajes góticos para componer sus historias de necrofagia, sexualidad, pecado y horror. Sin embargo, no puede obviarse que la incorruptibilidad de la carne remite en el fondo a las ansias de infinitud del alma y, recuerda Siruela, a aquellas palabras de Cristo que fueron y son, después de Bram Stoker, el sustento de la consagración de la misa: «Aquel que coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna». Tabú demoniaco el ideado por Bram Stoker, la promesa de inmortalidad, contra el que tanto advierte, pero tanto fomentó, la propia Biblia.
Una lenta metamorfosis lleva al vampiro, hecho popular hace un siglo por Bram Stoker, a ir abandonando los atributos animales (alas, garras, cola de pez, ojos llameantes, similitudes con el murciélago) y lo acerca hacia una morfología netamente humana (ojos inflamados, tez cerúlea, orejas puntiagudas, uñas afiladas, cuerpo delgado y encorvado, rostro feo, labios gruesos y rojos, dientes grandes y afilados). Es esta descripción la que refrenda Drácula, que ayuda al vampiro a dar el decisivo salto a la literatura desde la oralidad de raigrambre rural a la que lo confinó, demonizándolo, la Iglesia cristiana.
Bram Stoker sentó el canon iconográfico al tomar la tradición folclórica y tamizarla en el cedazo de los modelos de corte aristocrático creados por Polidori (secretario de Byron) y Rumer. Una imagen que está muy próxima a la que Murnau le confiere a Nosferatu en su filme de 1922, en parte gracias a la genial interpretación de Max Schreck. Inspirada directamente en Drácula (el cineasta cambió el nombre para evitar responder por los derechos de autor ante la viuda de Bram Stoker), esta cima de la escuela expresionista alemana inaugura la fulgurante carrera cinematográfica del personaje. La aportación posterior de Bela Lugosi (dirigido en 1931 por Tod Browning) será definitiva en el esfuerzo por profundizar en la humanización: la dignidad mortificada del héroe trágico acerca a Drácula al seductor clásico, que ya en contadas ocasiones aparecerá como un ser abyecto y horrendo. La recreación de Coppola de 1992, Drácula, de Bram Stoker, sí dará a Gary Oldman esa tortura física de la transformación cual remedo del doctor Jekyll y míster Hyde.

miércoles, 14 de octubre de 2015

El poeta Luis Alberto de Cuenca sobre la novela "Drácula" (2)

Luis Alberto de Cuenca

   Fragmentos de la entrevista:

Entrevista con Luis Alberto de Cuenca realizada el 28 de noviembre de 2012 en el Instituto Cervantes de Dublín con motivo de su participación en el coloquio “Lo fantástico: Homenaje a Bram Stoker” junto a Alicia Mariño y Jarlath Killeen.

Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es filólogo, poeta, traductor y ensayista. Doctor en Filología Clásica, ha sido director del Instituto de Filología del CSIC y de la Biblioteca Nacional de España, así como secretario de Estado de Cultura. Obtuvo el Premio de la Crítica con La caja de plata en 1985 y el Premio Nacional de Traducción con el Cantar de Valtario en 1987. Ha traducido, entre otros, a Homero, Eurípides, Calímaco, Charles Nodier y Gérard de Nerval. En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia, e ingresó en la misma el 6 de febrero de 2011. Su discurso de ingreso se tituló «Historia y poesía». Parte de su obra ha sido traducida al francés, alemán, italiano, inglés y búlgaro.

Alfonso Fernández Cid: —Luis Alberto de Cuenca participa en el homenaje a Bram Stoker que organiza el Instituto Cervantes de Dublín con motivo de los cien años del fallecimiento del escritor dublinés. Con total seguridad, Drácula es la obra más importante y conocida de Bram Stoker. ¿Qué lugar ocupa esta y su autor en la novela fantástica?

Luis Alberto de Cuenca: —Pues yo creo que un lugar principalísimo, pero no solo en la novela fantástica. Yo diría que la novela Drácula, que se iba a llamar The Undead, por cierto, porque en esta edición que he comprado hoy mismo en Dublín, reproducen el contrato de edición de la novela y lo comentan. En él se dice que es The UndeadEl no-muerto, como se iba a llamar la novela. Luego se llamó Drácula y ahora ni siquiera nos acordamos de que alguna vez se llamó El no-muerto. Pues bien, esa novela que se llamó El no-muerto y que luego tuvo el título de Drácula, es, yo creo, una de las diez o quince novelas más importantes de la literatura universal. De modo que trasciende para mí la vitola de lo genérico para adentrarse en un concepto ya mucho más amplio de literatura general. Una novela prodigiosa desde el punto de vista estructural. Y yo creo que cada vez se reconocen más esos méritos que confluyen en ella.
(...)


Alfonso Fernández Cid: —¿Qué recuerda de la primera vez que leyó Drácula?

Luis Alberto de Cuenca: —La leí relativamente tarde. Yo creo que la leí en la edición de Táber. Precisamente lo comentaba ahora con José Luis, que ambos tenemos todavía esa edición, que es incompleta y que lleva un prólogo del maestro Pere Gimferrer.
Debió ser por el año 69 o 70 quizás. No recuerdo muy bien la fecha. Y recuerdo que me impresionó poderosísimamente. Hasta el punto de que me aterró. Yo tendría entonces como veinte o veintidós años. No era ningún niño. Y me sumió en un auténtico precipicio de terror. Eso es lo que pretendía Stoker y yo creo que todavía sigue consiguiéndolo hoy.
El dictador Fidel Castro, por ejemplo, comentó hace años a una cadena, no sé de qué nacionalidad, pero desde luego europea, que había pasado un miedo terrible leyendo el Drácula de Bram Stoker. O sea que cumple perfectamente con las expectativas que presenta esa novela, que es producir miedo. Pero más que miedo, sobre todo, lo que produce es placer, porque el placer de lo bien hecho siempre se transmite al lector. Y es una novela prodigiosamente escrita, estructurada y planificada hasta el más mínimo detalle.

El poeta Luis Alberto de Cuenca sobre la novela "Drácula"

 
   Opinión del poeta Luis Alberto de Cuenca:


-¿Por qué sostiene que «Drácula» es una de las diez mejores novelas de la literatura universal?

-Yo no me apeo de ese burro. Es una novela excepcional. Con Drácula ocurre un poco lo mismo que con el Quijote, que son novelas escritas en estado de gracia. Cervantes hubiera sido un estupendo escritor, pero sin el Quijote jamás habría sido el gigante que hoy es. Y a Stoker le pasa lo mismo: el resto de su obra no le llega ni al talón a Drácula. Es una portentosa novela, algo que está plenamente aceptado en las universidades británicas y estadounidenses.

martes, 13 de octubre de 2015

DRÁCULA. Algunos actores

   Estos son algunos actores que han encarnado al personaje:

Max Schreck, Primera adaptación cinematográfica (1922). Aparece con el nombre de Nosferatu. 
Su director, Murnau



Bela Lugosi. Película de 1931, dirigida por Tod Browning



Christopher Lee. Película dirigida por Terence Fisher, en 1958


Frank Langella. Película de John Badham, en 1979


Gary Oldman, en la película de Francis Ford Coppola, de 1992



Luke Evans, en una de las últimas adaptaciones, dirigida por Gary Shore, en 2014