Luis Alberto de Cuenca
Entrevista con Luis Alberto de Cuenca realizada el 28 de noviembre de 2012 en el Instituto Cervantes de Dublín con motivo de su participación en el coloquio “Lo fantástico: Homenaje a Bram Stoker” junto a Alicia Mariño y Jarlath Killeen.
Luis Alberto de Cuenca (Madrid, 1950) es filólogo, poeta, traductor y ensayista. Doctor en Filología Clásica, ha sido director del Instituto de Filología del CSIC y de la Biblioteca Nacional de España, así como secretario de Estado de Cultura. Obtuvo el Premio de la Crítica con La caja de plata en 1985 y el Premio Nacional de Traducción con el Cantar de Valtario en 1987. Ha traducido, entre otros, a Homero, Eurípides, Calímaco, Charles Nodier y Gérard de Nerval. En 2010 fue elegido académico de número de la Real Academia de la Historia, e ingresó en la misma el 6 de febrero de 2011. Su discurso de ingreso se tituló «Historia y poesía». Parte de su obra ha sido traducida al francés, alemán, italiano, inglés y búlgaro.
Alfonso Fernández Cid: —Luis Alberto de Cuenca participa en el homenaje a Bram Stoker que organiza el Instituto Cervantes de Dublín con motivo de los cien años del fallecimiento del escritor dublinés. Con total seguridad, Drácula es la obra más importante y conocida de Bram Stoker. ¿Qué lugar ocupa esta y su autor en la novela fantástica?
Luis Alberto de Cuenca: —Pues yo creo que un lugar principalísimo, pero no solo en la novela fantástica. Yo diría que la novela Drácula, que se iba a llamar The Undead, por cierto, porque en esta edición que he comprado hoy mismo en Dublín, reproducen el contrato de edición de la novela y lo comentan. En él se dice que es The Undead, El no-muerto, como se iba a llamar la novela. Luego se llamó Drácula y ahora ni siquiera nos acordamos de que alguna vez se llamó El no-muerto. Pues bien, esa novela que se llamó El no-muerto y que luego tuvo el título de Drácula, es, yo creo, una de las diez o quince novelas más importantes de la literatura universal. De modo que trasciende para mí la vitola de lo genérico para adentrarse en un concepto ya mucho más amplio de literatura general. Una novela prodigiosa desde el punto de vista estructural. Y yo creo que cada vez se reconocen más esos méritos que confluyen en ella.
(...)
Alfonso Fernández Cid: —¿Qué recuerda de la primera vez que leyó Drácula?
Luis Alberto de Cuenca: —La leí relativamente tarde. Yo creo que la leí en la edición de Táber. Precisamente lo comentaba ahora con José Luis, que ambos tenemos todavía esa edición, que es incompleta y que lleva un prólogo del maestro Pere Gimferrer.
Debió ser por el año 69 o 70 quizás. No recuerdo muy bien la fecha. Y recuerdo que me impresionó poderosísimamente. Hasta el punto de que me aterró. Yo tendría entonces como veinte o veintidós años. No era ningún niño. Y me sumió en un auténtico precipicio de terror. Eso es lo que pretendía Stoker y yo creo que todavía sigue consiguiéndolo hoy.
El dictador Fidel Castro, por ejemplo, comentó hace años a una cadena, no sé de qué nacionalidad, pero desde luego europea, que había pasado un miedo terrible leyendo el Drácula de Bram Stoker. O sea que cumple perfectamente con las expectativas que presenta esa novela, que es producir miedo. Pero más que miedo, sobre todo, lo que produce es placer, porque el placer de lo bien hecho siempre se transmite al lector. Y es una novela prodigiosamente escrita, estructurada y planificada hasta el más mínimo detalle.
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